MANZANA
(Pyrus malus, malus domestica)
Manzana, fruta pagana, cada día me como Una y, si son dos, mejor, que son e/ mejor doctor y fruta más oportuna
En tiempos de Horacio y Virgilio nadie se hubiera escandalizado por oír decir: mater mea mala burra est” (mi madre come manzanas rojas), pues mala es el plural de ma/US (manzana, en latín). Al ser, ya entonces, una fruta bastante corriente también se la denominaba pomum (fruto, en latín), del que derivan pomme y poma .
En cambio, los nombres de mazá (gallego) manzana (castellano) proceden de Matios Mazana, un horticultor y gastrónomo latino que mejoró con cruces e injertos esta preciada fruta, en la época romana. No olvidemos que las manzanas silvestres, presentes en Europa desde tiempos remotos, eran muy pequeñas y ácidas, hasta el punto que hoy nadie las comería. Lo que no hay que hacer en la actualidad es comerlas con piel, pues es algo indigesta y la rocían a menudo con plaguicidas.
Todo y ser una fruta muy citada en nuestra mitología, su contenido en nutrientes azúcares naturales fructosa, principalmente), vitaminas, minerales, etc.) es más bien modesto. Solo es de destacar la presencia de boro un oligoelemento que facilita la asimilación del calcio y del magnesio, por parte del organismo, lo que sería positivo en la prevención de la osteoporosis. Sin embargo, las manzanas son ricas en diversos componentes no nutritivos, que le confieren unas propiedades salutíferas excepcionales. Es la fruta ideal para dar (rallada o asada), como único alimento, en casos de diarrea (colitis, gastroenteritis), gracias a su contenido en:
pectina (fibra soluble que absorbe las toxinas irritantes responsables y facilita su eliminación), en taninos (astringentes y antiinflamatorios de la mucosa intestinal) y en ácidos orgánicos (málico, cítrico, succínico, etc.), que tienen poder antiséptico y contribuyen a regenerar la flora intestinal dañada y a combatir los procesos de fermentación intestinal.
No hay que deducir, de lo dicho, que las manzanas estriñen, ya que la pectina también combate la pereza intestinal y, con ello, el estreñimiento crónico. La pectina actúa en el intestino como una esponja, lo que permite que los azúcares de los alimentos sean absorbidos con más lentitud y que sea una fruta bien tolerada por los diabéticos. Además, absorbe y neutraliza las sales biliares presentes en el intestino (factor de riesgo de cáncer de colon). Ello hace que la absorción de esas sales biliares sea menor y se forme menos colesterol (menos riesgo de arteriosclerosis) en el organismo. El efecto cardiosaludable de las manzanas viene reforzado por su contenido en flavonoides (sobre todo, quercitina), poderosos antioxidantes que evitan la oxidación del LDL-colesterol y los subsiguientes procesos de arteriosclerosis, a la vez que inhiben la agregación plaquetaria y, con ello, el riesgo de trombosis.
Extraído: FRUTAS PARA LA SALUD ,FREDERIC VINYES, FLOR DE LOTO